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¡Es curioso! Cuando debato en las redes con alguien de Ciudadanos, suelen pensar que soy de derechas y si lo hago con alguien del PP, seguramente me considerarán naranjito. Para los socialistas soy conservador y de derechas, para los podemitas directamente fascista y cuando debato con falangistas y allegados me tachan de socialista y progre. ¿Qué diablos pasa en este país? ¿Es que no se puede ser simplemente español y

punto? Yo defiendo mi nación desde el alma y no desde las vísceras de los colores políticos y a la hora de votar lo haré por quien crea menos alejado de mis ideas o quien considere más útil frente a quienes desprecian precisamente mi condición de ciudadano de España.
No creo en comunismos destructivos, en socialismos trasnochados, ni en separatismos corrosivos y cargados de odio, pero no creo tampoco en gobiernos unipersonales fruto de trágicas guerras, ni maneras totalitarias que conviertan mi nación en un cuartel militar. Pero que no crea en todo eso no significa que aplauda a los respectivos gobiernos de España responsables esenciales del desaguisado en el que ahora nos encontramos. A ninguno de ellos aplaudo.
Las siglas, los colores y las batallas políticas son herramientas buenas o malas, mejores o peores al servicio de los ciudadanos, pero cada cual es libre de tomar o no la que considere más adecuada. Yo rechazo toda etiqueta por más que me la quieran colgar y seguiré debatiendo en cada momento las ideas y no los colores con los que podré coincidir algunas veces, con otros pocas y con otros ninguna.
Soy español y basta.

A. Hidalgo - Octubre 2018

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